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Introducción al Samādhi Pāda

En este primer pāda (capitulo), Patañjali explica el significado del yoga y del Samādhi. Argumenta los conceptos más importantes, los problemas que se presentan durante este largo camino, y también expone los medios para resolverlos, junto con los resultados.

Patañjali nos conduce a través del Yoga, que es un sistema progresivo, y proporciona la orientación necesaria para esta disciplina. No enseña en este capítulo, cómo realizar las prácticas específicas, pero indica detalladamente, como todas las diferentes “técnicas prácticas” y el desapego, encajan juntas, igual que las piezas de un rompecabezas, para llegar al resultado final, la visión del ser, el « Samādhi ».

Resumiendo: los elementos principales, que Patañjali explica del Yoga clásico, en este primer capítulo son:

  • la confusión en que el ser humano, como individuo, se encuentra por la transformación de su conciencia en lo que no es, a causa de la equivocada identificación con las ideas, deseos y procesos mentales que irrumpen en su mente.
  • las consecuencias negativas que afectan al conjunto del individuo (cuerpo y la psique).
  • la utilización de las técnicas de meditación, el control de la respiración, y el desapego, como herramientas para lograr la liberación.
  • los efectos positivos como el crecimiento personal y las experiencias transformadoras junto con los “poderes extraordinarios” que según los maestros del yoga se adquieren en la medida en que se practican las técnicas propuestas.
  • por último, el elemento más importante, al final del camino se llega a la concentración perfecta, a la auténtica experiencia del ser (Samādhi), soltando definitivamente las ataduras con maya (el mundo ilusorio de la materia).

A pesar de las limitaciones del lenguaje, y usándolo de forma muy inteligente, Patañjali deseaba “señalar la dirección” hacia la realidad más profunda, la que no puede ser apreciada solo con palabras. Todos los maestros coinciden en que no hay palabras, en ningún idioma, que puedan definir correctamente el samādhi.

Más bien todo lo contrario, pueden crear confusión.

Por ejemplo, la palabra Cittá se traduce a veces erróneamente como mente, y otras al traducir los textos de un idioma a otro y utilizar los sinónimos para explicar mejor los conceptos, se puede inducir a errores de interpretación, comparando diferentes comentaristas, que usan el lenguaje de forma distinta, esto se hace más patente, ya que puedes encontrar aparentes contradicciones…

Es muy importante, un buen entendimiento de los conceptos revelados y básicos, para entender y aprender lo que los yoga sūtra de Patañjali explican. Por ello partiremos de las siguientes definiciones, con la intención de aclarar la estructura psíquica de la mente, según el yoga:

  • Ātmán: se define como El Espíritu Inmanente, El Ser, El Observador, es inmutable nada lo altera y está en el interior de cada ser. El Vedānta lo considera el núcleo, lo más profundo de una persona. Nunca se convertirá en el objeto, tampoco actúa de ninguna forma, está considerado la esencia divina en el interior del ser humano, y equivalente a la divinidad “lo absoluto”, son de la misma naturaleza, no se diferencian. El ātmán siempre está en su núcleo, no transmigra, solo su emanación o reflejo sobre cittá (la conciencia) llega hasta manas igual que el sol permanece fijo y su calor se expande desde él, hacia fuera.

El sāmkhya lo llama purusa y sirve de sinónimo de ātmán.

En cambio, hay ocasiones en que se utilizan otros sinónimos no tan acertados Jīvá y Jīvātmán, los vamos a considerar erróneos en este sentido, ya que el Vedānta relaciona a Jīvá con el alma encarnada, que transmigra y experimenta como alma encarnada, está formada por buddhi, cittá y ahamkāra y experimenta los frutos de las acciones, lo cual es erróneo en relación al ātmán y al purusa, que nunca experimentan el mundo fenoménico.

Y define Jīvātmán como subcapas del alma que disfrutan del placer y del dolor. Tampoco corresponde al concepto de ātmán y purusa.

  • Cittá: definida como «consciencia», pero la palabra conciencia en nuestro lenguaje se queda pequeña. Esta conciencia incluye conceptos que parecen mezclarse con los de ātmán, buddhi, ahamkāra y manas; creando, a veces, confusión entre cuales son las competencias de cada uno. La explicación a esto es que cittá envuelve a todos ellos como una esfera y hace de intermediaria o mediadora entre ellos. El ātmán estaría en el núcleo de esa esfera y buddhi, ahamkāra y manas en la superficie de la esfera. Entre ellos y el ātmán, el océano de la conciencia los separa, los envuelve y a la vez los impregna. Por ello aunque se la define como conciencia podemos encontrarnos referencias a:
    • percibido, conocido, mente, piensa (que se relaciona con manas)
    • deseado, querido, buscado, (que se relaciona con el deseo del yo por tanto correspondería al ego, ahamkāra),
    • pensado, considerado, meditado, razón discursiva, pensamiento analítico (más relacionado con el discernimiento, intelecto o buddhi),
    • atención, observación, consciencia, (más acertados a cittá).
    • memoria, o citta (sin acento) que pertenece a manas.

El vocabulario que se utilice, y sobre todo como se utilice, puede crear confusión y erróneas interpretaciones si la definición y por tanto sus limitaciones de concepto no están claras.

La conciencia envuelve e impregna estas estructuras de la mente (buddhi, ahamkāra, manas) y al ātmán, pero también los separa.
Cittá, suele definirse como el vehículo que conduce la mente hacia ātmán, y que es el receptáculo de las fluctuaciones mentales vrttis y el depósito de los Samskāras (impresiones) y vāsanās (residuos kármicos), almacén de la memoria y de la voluntad, solo al tomar conciencia, la voluntad podrá ser activada desde buddhi. La conciencia, Cittá, interactúa con todos los demás elementos de la psique.

  • Buddhi: el intelecto, es el más sattvico (puro, en un sentido de principio u origen), y es considerado el primer producto de la psique, ya que es como el cerebro de los otros dos, recogiendo la información que manas y ahamkāra ponen a su disposición. Todas las funciones racionales que permiten formular un juicio, reconocer, adquirir conocimiento, la toma de decisiones, incluida la decisión de…, “actuar en consecuencia en un momento dado”, pertenecen a buddhi. Y tanto manas como ahamkāra dependen de él. Se podría decir que pone la voluntad en acción. Buddhi es el ordenador central, recibe información del exterior a través de manas y una vez procesada la información, la ejecución en el exterior se produce mediante ahamkāra.
  • Ahamkāra: el ego, es rajasico (inercia, en el sentido de que se deja llevar), está sujeto a la experiencia fenoménica. La función del yo o construcción del ego, la identificación con el cuerpo, con la mente, con los sentidos, crea la ilusión del “individuo independiente”, separado del mundo (del todo). Y es el que experimenta el mundo fenoménico a través del placer/dolor. Se dice que es un producto de buddhi, pues es buddhi, quien reconoce y pone la información a disposición de ahamkāra, para que este pueda identificarse y relacionarse con el exterior.
  • Manas: la mente como instrumento de percepción del mundo fenoménico, es tamasico (denso, ignorancia, en el sentido de que por mucha información que absorba del mundo fenoménico, nada puede hacer con ella por sí mismo), es creación de ahamkāra, su función es la duda y la deliberación. Recoge la información desde los sentidos, es incapaz de comprender esa información, es como la base de datos de un ordenador (memoria o citta), que se limita a almacenar y comparar la información bajo dos posibilidades samkalpá (positivo), “puede ser” o vikalpa (negativo), “puede no ser”.

En su función de duda, incluye, no reconocer ni el objeto ni su naturaleza, incluyendo no reconocer ni diferenciar la identidad individual del principio supremo.

Estos cuatro elementos, Cittá, Buddhi, ahamkāra y Manas forman la estructura psíquica o mental, según el yoga, y recibe el nombre de antahkarana y su significado se traduce como el órgano interno de la mente.

El Vedānta reconoce las cuatro funciones, pero el sāmkhya deja fuera a Cittá, quedando solo las otras tres.

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